Cada vez son más las personas que cuentan con diversas cuentas en las redes sociales, un blog, un canal en YouTube o similar. Es fácil sentir una puntada de orgullo al ver como crecen los seguidores, los ‘me gusta’ o las visitas a los mismos.
Pero hay gente que va más allá, y no se conforman con estar presentes, sino que han convertido las redes sociales e Internet en su plataforma de despegue. ¿Cómo se da el salto? ¿Cómo se pasa de celebrar que hay cinco comentarios en una entrada en el blog a tener miles de visitas en Youtube? Desde Fintonic tratan de explicar cuál es el proceso, aunque no existe una fórmula mágica.
La blogosfera no es un fenómeno nuevo. Ya hace 25 años que Dave Winter lanzara Scripting news, una bitácora en la que hablaba de tecnología, política, etc., aunque con muchos menores recursos y herramientas que en la actualidad. La novedad ahora es que hay quién ha descubierto como monetizar sus contenidos.
Las cifras más fiables apuntan a que en el mundo hay 200 millones de blogs que realmente se actualizan con cierta frecuencia -hay muchos millones que languidecen sin contenidos, como en un cementerio 2.0- y cada 24 horas se crean 120.000 blogs nuevos; unos 5.000 a la hora.
Algunos datos
Los hispanos somos bastante infieles en la relación con las redes sociales, según el último estudio del IAB (organismo centrado en la publicidad en los medios digitales), publicado en 2018. En concreto, uno de cada dos usuarios ha abandonado o reducido el consumo que antes dedicaba a las redes sociales para dedicarlas a otras actividades online. En concreto, destacan Youtube, Instagram o TikTok , dos plataformas en continuo crecimiento.
Cada mes 1.000 millones de usuarios visitan la popular plataforma Youtube, dónde visualizan más de 6.000 horas de vídeo. Por lo tanto, hay que tener una cuenta con varios miles de visitantes para empezar a pensar en ganar dinero ¿Qué hacer para llamar la atención? Hay que tener en cuenta que el usuario medio en Hispanoamérica tiene entre 25 y 49 años, es de clase media y permeable a la publicidad.
Youtube tiene acuerdos con un millón de anunciantes, que utilizan plataformas de anuncios de Google. La mayoría son pequeñas empresas, aunque ya hay 5.000 multinacionales que recurren a este sistema.
Así, es difícil recibir una llamada de los responsables del portal, aunque no es una locura pensar que una compañía o marca puedan estar interesados si el canal tiene un éxito razonable. Para ello, las marcas buscan dos cosas: que el canal tenga suficientes seguidores (al menos miles), y que conecte con el público al que quieren llegar. En definitiva, quieren originalidad, que se actualicen los contenidos cada poco tiempo, y que se interactúe con la comunidad.
Pero, lo importante: ¿cuánto se paga? ¿qué sueldos maneja esa experta en moda en Twitter, o el chico que hace vídeos graciosos todas las semanas?
No hay una cifra exacta, ya que los emolumentos se negocian con cada persona, pero se puede pagar entre 1.000 y 6.000 euros por un vídeo pagado por la marca sobre la que habla un youtuber. En ocasiones, el pago se hace en especie, ya sea con un vestido (que quizá aún no esté en las tiendas), un smartphone (usado antes que nadie), etc.
‘Youtubers’ destacados
¿Qué te dicen los nicks como elrubiusOMG, Willyrex, Loulogio, JPelirrojo, LuisitoComunica, XandraGarsem o YellowMellowMG?… Son algunos de los youtubers hispanos con mayor número de suscriptores y visualizaciones. Todos son nacidos en los años 90 o 2000 y hacen humor, parodias, versiones de canciones o dan consejos de moda , viajes o maquillaje; también tienen en común el interés que despiertan en las marcas.
Esta en tendencia? aquí hay una ironía semántica, se da sobre todo en el mundo de la moda, uno de los primeros sectores en ver el potencial de estos líderes de opinión 2.0. Hay decenas de miles de bloggers que escriben sobre moda, suben sus fotos y comentan colecciones, con menor o mayor notoriedad; algunos con profesión y trayectoria reconocida y otras que han nacido de la serendipia.
Para que te hagas una idea, un tuit sobre determinado diseño puede pagarse por 500 o 1.500 euros, dependiendo del número de seguidores y la efectividad de esos 140 caracteres. El/la blogger se convierte en una marca per se y entra en el juego de la publicidad, encubierta o no, y cobran por pasearse por photocalls, asistir a presentaciones, y hasta por viajar a otros países.
Quizá Youtube, Twitter, etc. no hagan millonarios a todos estos vloggers/bloggers/tuitstars, pero sí pueden sacar partido de su canal o su perfil más allá de la propia exhibición de sus comentarios y fotos.
Puede que sea a través del patrocinio, con un anuncio acordado justo antes de cada nueva pieza, a través del product-placement o comentando su experiencia de usuario, lo más habitual: en otras palabras, usan un producto X y aconsejan sobre él a sus seguidores. Los ingresos pueden ser, sin mucho esfuerzo, de 2.000 euros al mes en algunos casos.
¿Spam?
La mezcla entre notoriedad y publicidad tiene muchos claroscuros. Hay un importante número de empresas que no tienen inconveniente en hacer ver que están negociando abiertamente este tipo de acuerdos, pero también hay muchas que realmente no quieren que se haga público que están pagando a un youtuber o un tuitstar, sino que parezca que ellos son quienes comentan su producto voluntariamente.
Dediquemos un minuto al debate que está detrás de este post: si un blogger, vlogger (apócope de vídeo-blogger) o tuitero recibe dinero o regalos de tal o cual marca, ¿se ha vendido? ¿Deja de ser independiente?
Hoy en día muchos posts, tuits y vídeos son en realidad lo que tradicionalmente se conoce como publirreportajes. Sucede en todas las redes sociales, con campañas de publicidad que encuentran en los llamados influencers un altavoz perfecto para las bondades de sus productos.
¿Es ético? ¿Hay que avisar a quien nos lee de que le estamos haciendo publicidad -por si no se han dado cuenta- y llevándonos un beneficio por ello?
Aquí hay una cierta laxitud en cuanto a determinar qué es ético y qué no. La ley explica que si las comunicaciones comerciales tienen lugar a través de correo electrónico u otro medio de comunicación electrónica equivalente (esto es, cualquier red social), deberán incluir al comienzo del mensaje la palabra publicidad o similar. Lo que sí está prohibido es el envío directo de este tipo de mensajes si no han sido solicitadas o expresamente autorizadas por los destinatarios: ésta es la definición de spam.
Esto se aplica a los envíos de forma privada, pero ¿qué pasa si alguien cuelga una oferta en una publicación en su muro, o en su canal de Youtube, o en un tuit y nos menciona? No estaría considerada una comunicación comercial electrónica, así que se puede hacer…
Aunque no está de más ser honestos con tus seguidores o amigos. Esa franqueza al reconocer que tal o cual marca te ha remunerado es de agradecer.
Si has decidido ser el protagonista de tu propia comunidad, has de saber que tendrás que dominar con la misma facilidad tu contenido como tu economía personal. Al igual que un freelance, cuando comienzas a percibir ingresos de manera esporádica necesitas tener un control exhaustivo de lo que ingresas y de lo que te estás gastando. Más aún cuando tus gastos son una ?inversión? en tus canales (una cámara nueva, una plantilla para el blog…), para organizarte te recomendamos que dejes que se encargue Fintonic, la app que categoriza automáticamente todos tus ingresos y gastos.